Si caminamos desde la Puerta del Sol hacia la Catedral de la Almudena, es posible que hayamos pasado por delante de una pequeña plaza en la que no hayamos reparado. Se trata de la Plaza de la Villa y, aunque ahora no nos lo parezca, este lugar tuvo mucha importancia durante la Edad Media por ser un importante lugar de comercio, sede del Ayuntamiento y Cárcel de la Villa.
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La Plaza de la Villa se encuentra en la calle Plaza de la Villa, en la ciudad de Madrid.
Puede llegar en transporte público de cualquiera de las siguientes maneras:
Estos son los edificios y monumentos que podemos visitar (su parte exterior) en la Plaza de la Villa:
La Plaza de la Villa es una plaza más de la ciudad y, como tal, está siempre abierta al público. Puede visitarse de manera gratuita, aunque es importante tener en cuenta que no está permitida la visita al interior de los edificios históricos que la componen.
Estas son las calles, de trazado medieval, que nacen o pasan por la Plaza de la Villa de Madrid:
La Calle del Codo fue bautizada con este nombre, allá por el siglo XVIII, por el Marqués de Grabal. El motivo no es otro que esta estrecha calle forma un ángulo de prácticamente 90º, asemejándose en su forma al codo de una persona.
En esta calle, que une las Plazas de la Villa y del Conde de Miranda, podemos encontrarnos varios lugares interesantes: la Torre de los Lujanes, la Real Sociedad Económica Maritense de Amigos del País, la Hemeroteca Municipal y el Convento de las Carboneras.
La anecdota más curiosa sobre esta calle la protagoniza Francisco de Quevedo, poeta, hábil espadachín y aficionado al vino. Parece ser que el famoso escritor utilizaba la estrechez y oscuridad de esta calle para orinar después de haber frecuentado las tabernas.
Por lo que se ve, algún vecino cansado de esta situación, dibujó una cruz con el mensaje “No se mea donde hay una cruz”. Pero esto no detuvo a Quevedo, que siguió haciéndolo, y contestó con sorna al mensaje con un “No se coloca una cruz donde se mea”.
Esta calle se conocía anteriormente como la Calle de los Azotados, debido a que en ella era el lugar donde los reos condenados a ese castigo (procedentes de la vecina cárcel de la Casa de la Villa), eran azotados en la espalda para dar un escarmiento público.
Posteriormente, en el año 1.835, un acuerdo municipal cambio su nombre a Calle del Cordón. El motivo de este nuevo nombre era un cordón labrado en piedra en el escudo de una de las casas, aunque hoy en día hay varias teorías sobre cuál pudo ser tal casa.
La Calle del Cordón va desde la Plaza de la Villa hasta la Calle del Dr. Letamendi, que va a parar finalmente a la Calle de Segovia.
La Calle de Madrid une la Plaza de la Villa con la Calle del Duque de Nájera. Con la reforma de los edificios de la Plaza de la Villa, a principios del siglo XX, se comunicó la Casa de la Villa con la Casa de Cisneros mediante un pasadizo elevado de estilo plateresco.
Poco se ha dicho históricamente de esta calle, salvo que es una calle corta y tan estrecha que por ella no podían pasar los carruajes.
La Calle Mayor va actualmente desde la Puerta del Sol a la Cuesta de la Vega. Pero en el siglo XVII sólo se conocía con ese nombre al tramo que va desde la Puerta del Sol a la actual Plaza del Comandante las Morenas, teniendo el resto los siguientes nombres:
En el siglo XVII sirvió de paseo para la corte, por lo que se abrieron en ella las mejores tiendas (joyeros, sederos, bordadores, etc).
La Plaza de la Villa, antes conocida como Plaza de San Salvador, fue el centro político, social y económico del Madrid medieval.
En el año 1.202, en tiempos de Alfonso VIII, se estableció en este lugar un pequeño mercado. Pero fue Enrique IV el que, al traerse el mercado semanal que antes se celebraba fuera de las murallas y dos ferias anuales, empezó a dar más importancia a la plaza.
Para ello se adecentó y amplió la misma, además de poner soportales delante de las tiendas. Los comerciantes se situaban en la plaza agrupados según su oficio, convirtiendo la Plaza de la Villa en un centro de comercio durante la Edad Media.
En este lugar también se encontraba la Iglesia de San Salvador, derruida en 1.843, en la que los vecinos se reunían en concejo para aprobar las normas de la ciudad (después lo harían en la Casa de la Villa) y en la que estuvo enterrado Calderón de la Barca.
Los edificios más importantes de la Plaza de la Villa son la Torre de los Lujanes (familia que luchó en la Batalla de las Navas de Tolosa), la Casa de Cisneros (donde vivieron y murieron personajes ilustres) y la Casa de la Villa (antiguo ayuntamiento y cárcel).
Los Lujanes eran una familia noble aragonesa que vino desde Huesca a Castilla. Fue precisamente uno de sus miembros, Miguel de Luxan, el que en el siglo XIII participó en la Batalla de las Navas de Tolosa para combatir la invasión de los almohades (musulmanes).
En el siglo XIV, Miguel Ximénez de Luxan, vino a Madrid desde Yllescas para casarse con Catalina González, con la que tuvo seis hijos. Precisamente uno de estos hijos, Pedro de Luxan, compró los terrenos donde se edificaría la Casa y Torre de los Lujanes.
Cuando Pedro de Luxan fallece, deja la Torre y Casa de los Lujanes a sus dos hijos: Álvaro de Luxan (que se queda con la torre) y Juan de Luxan (que se queda con la casa). Este último tuvo que abrir una puerta de acceso para entrar a la torre desde la plaza.
La familia de Luján vivió en este complejo hasta el fallecimiento de María de la Peña de Francia Casimira Luján, IV Condesa de Castroponce, en 1.814. Desde entonces alberga varias sociedades, como la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.
El Conjunto de la Casa y Torre de los Lujanes es uno de los más antiguos de Madrid. A pesar de lo que puede pensarse, casa y torre no son de la misma época: primero se construyó la torre (a principios del siglo XV) y después la casa (a finales del mismo siglo).
Ambos están construidos en estilo mudéjar. En cuanto a la casa, podemos decir que se trata de un caserón señorial de planta irregular y con un patió central, que fue reconstruida al heredarla Juan de Luxan para tener un acceso independiente a la torre.
Para acceder a la torre, hay que hacerlo a través de la vecina Calle del Codo, por una puerta que tiene un arco de herradura. En cuanto a ésta, se trata de una robusta torre alamborada que está rematada por una torreta cubierta a cuatro aguas.
La Real Sociedad Económica de Amigos del País fue fundada en el año 1.775 por Carlos III, para hacer que la sociedad de la época (en su mayoría gente pobre y con escasa formación) pudiera mejorar su estatus social y llegar a convertirse en clase media.
Su lema Socorre enseñando define bien su cometido. Funcionaba como una especie de universidad de ciencia aplicada, en la que se investigaba sobre métodos de agricultura, y se formaba a la gente para aprender un oficio y trabajar de manera más eficiente.
Entre sus presidentes podemos encontrar a gente como Gaspar Melchor de Jovellanos, Pedro Rodríguez de Campomanes y el Conde de Floridablanca. En su interior hay una primera edición de la Enciclopedia Diderot y una colección de la Gazeta de Madrid.
En la actualidad allí se realizan actividades, como conferencias y conciertos, que son una buena oportunidad para conocer la torre.
Se dice que el rey Francisco I de Francia, capturado en 1.525 por Carlos V durante la Batalla de Pavía, residió alrededor de un año en esta torre mientras se acondicionaban las estancias donde estaría cautivo en el Real Alcázar (precursor del actual Palacio Real).
Otras versiones apuntan a que Carlos V, molesto porque el rey francés se negase a arrodillarse tras su derrota, le mandó recibir en una sala con una puerta muy pequeña para obligarle a arrodillase. El monarca francés, que se dio cuenta, entró de espaldas.
¿Verdad o mentira? Quien sabe. Lo cierto es que algunos autores, como Lope de Vega, decían que el rey sí que estuvo en la torre.
La Casa de Cisneros es una de las casas más antiguas de Madrid. La mandó construir Don Benito Jiménez Cisneros, sobrino del famoso Cardenal Cisneros, en el año 1.537 como casa-palacio. Por ella pasaron diversos personajes ilustres:
En el año 1.909, tras ser reformada para adaptarla a oficinas municipales, la casa fue comprada por el Ayuntamiento de Madrid.
La Casa de Cisneros fue construída en estilo plateresco en 1.537. En sus orígenes, la fachada principal no era la que da a la Plaza de la Villa (que era la parte trasera del edificio y daba acceso a las cuadras y corrales), sino la que queda frente a la Calle Sacramento.
Precisamente las fachadas que dan a la Calle Sacramento y del Cordón son la que han llegado hasta nuestros días, siendo el resto (la fachada de la Plaza de la Villa, la escalera, el patio y el pasadizo que la comunica con la Casa de la Villa) de la reforma de 1.909.
Esta fachada que da a la Calle del Sacramento está formada por un arco de sillería de granito, sobre el que se situaba el balcón principal flanqueado por dos bellas columnas. Las reformas realizadas fueron llevadas a cabo con un estilo neoplateresco.
También son originales los artesonados de las Salas de Comisiones y el Salón de Tapices, que conservan importantes piezas de los siglos XV al XVII. En la actualidad la Casa de Cisneros alberga dependencias del Ayuntamiento de Madrid y no se puede visitar.
La Casa de la Villa terminó de construirse en 1.693, sobre los terrenos donde se encontraba anteriormente la casa del Marqués de Vallecerrato Don Juan de Acuña (1.543-1.615), para albergar el ayuntamiento y la cárcel de la Villa de Madrid. Anteriormente a su creación, los vecinos de la villa se reunían en concejo en la desaparecida parroquia de San Salvador para debatir y aprobar las leyes.
El proyecto corrió a cargo del arquitecto Juan Gómez de Mora, quien distribuyó las estancias en torno a un patio cuadrado, situando el vestíbulo y los salones principales del edificio en la fachada principal y el resto de dependencias en la secundaria.
Los materiales con los que están realizadas las fachadas son ladrillo, granito y pizarra. La fachada que da a la Plaza de la Villa, que es la más vistosa y monumental, tiene una distribución simétrica entre torres angulares rematadas con sendos chapiteles.
En cuanto a la fachada que da a la Calle Mayor, que fue reformada por Juan de Villanueva, mantiene las torres angulares pero varía el segundo cuerpo. Se introduce en él una loggia (galería exterior con columnas) de orden dórico a modo de mirador sobre la calle.
Cabe destacar que en este lugar, antes de que el concejo comprara el palacio, estuvo preso el Duque de Osuna. El motivo es que le hicieron Virrey de Nápoles y Sicilia, por lo que se distanció de la corte, lo que algunos aprovecharon para acusarle de ser un traidor.
A lo largo de los siglos XIX y XX se realizaron ampliaciones y reformas para dar cabida a los nuevos servicios municipales. Desde su creación hasta el año 2.007, fecha en la que se trasladó al Palacio de Cibeles, el edificio ha sido la sede del Ayuntamiento de Madrid.
En la actualidad este edificio está reservado casi en exclusiva a la sede del pleno municipal, no estando permitido visitar sus interior.
En 1.888, para conmemorar el tercer centenario de la muerte del célebre marino Don Álvaro de Bazán, el ayuntamiento decidió crear este monumento (el cual fue inaugurado en 1.891) que hoy podemos ver rodeado de flores junto a la Casa de Cisneros.
La Estatua de Bazán está hecha en bronce y es obra de Mariano Benlliure. En ella podemos ver a Bazán pisando una bandera turca, vestido con media armadura, con la mano izquierda apoyada en su espada y llevando en la derecha una bengala de general.
El monumento se sitúa sobre un pedestal con su nombre y un poema que Lope de Vega, el célebre escritor, compuso para él:
El fiero turco en Lepanto,
Lope de Vega, 1.588
en la Tercera el francés,
y en todo mar el inglés,
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido
y con la cruz de mi espada.
Visitar la Plaza de la Villa tiene premio. En Madrid no abundan los locales donde se puedan comprar dulces de conventos pero, en la Calle del Cordón y junto a la Casa de Cisneros, tenemos una pequeña tienda (que además tiene historia) donde podemos hacerlo.
Se llama El Jardin del Convento porque ocupa el lugar donde se encontraba el convento de la Iglesia del Sacramento y, más concretamente, su huerto. En ella podemos comprar mermeladas, trufas, rosquillas y otros productos de conventos y monasterios.
Merece la pena darse una vuelta por esta pequeña tienda con encanto. Lo malo es que no podrás salir sin haber comprado algo.
En las inmediaciones de la Plaza de la Villa, en la Calle Mayor, se encuentran algunos comercios centenarios. Este es el caso de la Antigua Farmacia de la Reina Madre, que se muestra en la fotografía, y que data del año 1.598.
¿Se te ha abierto el apetito durante la visita? Pues estás de suerte, ya que te encuentras en una de las zonas más típicas de tapas de Madrid. Nuestra recomendación es que vayas al Mercado de San Miguel o a alguno de los mesones de la Cava de San Miguel.
Otra opción es acercarte a la Plaza Mayor y comerte un bocadillo de calamares, o patatas bravas, acompañado de una cervecita.
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